El tribunal del Juicio por delitos de lesa humanidad cometidos en el V Cuerpo del Ejército escuchó los testimonios en torno a los casos que tuvieron como víctimas a Zulma Araceli Izurieta y César Antonio Giordano. Ambos fueron secuestrados en 1976 en Córdoba y trasladados a Bahía Blanca.

Foto: Blog Juicio V Cuerpo del Ejército
Ambos eran militantes de la Juventud Peronista. Estuvieron en La Perla y luego fueron trasladados a La Escuelita. El 13 de abril del 77, Zulma y César junto a María Elena Romero y Gustavo Marcelo Yotti fueron sacados del centro clandestino y asesinados. El Ejército hizo aparecer sus cuerpos en un supuesto enfrentamiento cerca del paraje “El Pibe de Oro”.
Desde Buenos Aires llegó María Patricia Astelarra, ex militante de Montoneros secuestrada con su pareja el 1 de julio de 1976 y llevados al campo de concentración La Perla dependiente del III Cuerpo de Ejército.
“En julio del 76 llevan secuestrados a una pareja que yo ya conocía porque habían llegado poco tiempo antes de Bahía Blanca y habían estado comiendo en mi casa. Les decíamos Juan y Ana. A él lo secuestran y lo llevan al departamento de Información de la Policía de Córdoba, la D2″, dijo sobre Izurieta y Giordano.
Como “Braco” tenía en uno de sus bolsillos un recibo de alquiler, sus captores localizaron la pensión y secuestraron a Zulma “en camisón y con botas de goma”. A mediados de julio tras pasar por las dependencias policiales fueron llevados a La Perla, menciona el portal Juicio V Cuerpo Ejército Bahía Blanca.
Astelarra comentó que “apenas nos secuestraban éramos sometidos a diversas torturas, picanas, palos, como sucedía en todo el país, enfrentamientos entre compañeros a ver si uno conocía a otro. A las mujeres nos vejaban, en mi caso que estaba embarazada de cinco meses y me sucedió lo mismo”.
Luego las llevaban a la cuadra, un galpón originalmente para conscriptos, con una sala de torturas adelante. Allí permanecían tirados en colchonetas y vendados. Esto podía flexibilizarse según el humor de las distintas guardias a cargo de Gendarmería.
Según lo recordó Astelarra, Juan era un estudiante de un metro setenta, de estructura media más bien flaco, de pelo castaño medio oscuro, con bigotes grandes. Era una persona muy seria y de hablar pausado. En La Perla circuló que Juan podía ser Braco y como creyeron que era un apellido “en nuestras listas quedaron como el matrimonio Braco”.
”A Juan y Ana los tuvieron separados. Con Ana nos espiábamos por abajo de la venda, nos hacíamos señas, logramos que un día nos lleven juntas al baño. Una vez allí nos encerramos, pudimos abrazarnos y contarnos lo que estaba pasando y le dije que no diga que nos conocíamos porque Juan ya había dicho eso”.
Otra noche, sin presencia de los torturadores, a un guardia “permisivo” se le ocurrió que todos los detenidos y detenidas canten. “Uno a uno fuimos cantando. Juan cantó un tango, cantó Malena. Cantaba muy bien Juan. A la mañana siguiente cuando nos despiertan, nos hacían pararnos y juntar la colchoneta, yo me fui corriendo so pretexto de qué bien cantaba tango y lo fui a ver y me contó como lo habían secuestrado y que había estado en la policía de Córdoba”.
Astelarra supone que Juan y Ana pudieron haber estado “como mucho diez días”. Se los llevaron en medio de un traslado masivo, los torturadores del OP3 les dijeron que los trajeron a Bahía pero no les creyeron. Supusieron que habían sido asesinados en un enfrentamiento fraguado.