Es cierto que el secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino, es el hombre que elvicepresidente electo, Amado Boudou, quiere para el cargo de ministro de Economía; también es cierto que el nombre de Diego Bossio, titular de ANSES, está en esa misma dirección. La decisión final es de la Presidenta, como siempre. Hay más nombres: Roberto Feletti, viceministro de Economía y recientemente electo diputado, también «quiere ser».
Con todo, el caso es que Bossio tiene un detalle a su favor: Valeria Loisa. Ex asesora de Cristina en el senado y cercana colaboradora de la Presidenta, es además, esposa de Bossio. «Las cosas se resuelven en muchos casos sin tanta elucubración, sino de manera simple, por confianza y lealtad», comentó un interlocutor interesado.
No obstante, aún no hay nada dicho, y será difícil saberlo hasta los momentos previos a los anuncios. Se ha dicho alguna vez que Amado Boudou, más allá de sus propias presunciones, se habría enterado de su candidatura veinte minutos antes de que se hiciera público. El gobierno entiende a la hermeticidad como clave para la toma de decisiones. Scioli tiene su propio plan y piensa en el futuro. Habrá que observar en cuanto coinciden el suyo y el de la Casa Rosada; los «duros» predominan y no estarían muy dispuestos a ceder el poder futuro a quien no exhiba estirpe Kirchnerista.
En los movimientos del vicegobernador electo, Gabriel Mariotto, están los planes del kirchnerismo, esa es la lectura que tiene la difundida «construcción territorial» del titular del AFSCA, lo demás es pura camaradería. No obstante, Mariotto acompañará a Scioli, además de construir «donde no hay».
Muy próximo al gobernador se encuentra el intendente de Bahía Blanca, Cristian Breitenstein. El rumor ya ha trocado en versión y la versión en indicio: Breitenstein tiene posibilidades de formar parte del gabinete bonaerense y es posible, si esto sucediera, que el gobernador acompañe públicamente este gesto, de cara a la ciudadanía. Ese es el principio de la historia, pero no el único final. Más allá de hechos puntuales, la valoración entre los nombres propios o un modelo de país es un debate pendiente en la Argentina; no es otra cosa que comprender la finitud del hombre y la obligada observación de un futuro posible.