El papa Francisco llegó esta tarde a La Habana luego de más de 12 horas de viaje, en la primera escala de una histórica gira por Cuba y Estados Unidos, dos países en pleno deshielo en sus relaciones bilaterales, un proceso en el que el pontífice participó activamente.
El Papa despegó desde el aeropuerto romano de Fiumicino a bordo de un Airbus A330-200 de la compañía Alitalia a las 10.34 locales (5.34 en la Argentina) y llegó a La Habana a las 15.50 hora local (16.50 en la Argentina), tras recorrer más de 8600 kilómetros.
El único acto programado para esta jornada era la ceremonia de bienvenida con la que el Papa es recibido en el Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana por el presidente, Raúl Castro. También lo esperaban obispos cubanos, encabezados por el arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega, y varios niños que le entregaron flores.
En su discurso, Castro atacó con dureza el capitalismo, señalando que «la profunda crisis se descarga con crudeza sobre los países del tercer mundo». «Ofende a la conciencia humana lo que ocurre con los migrantes y los pobres. Estos son los marginados del mundo», agregó, luego de citar palabras del papa Francisco.
También destacó que la revolución cubana busca crear «un socialismo próspero y sostenible, centrado en el ser humano» y agradeció al pontífice por su papel activo en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, un «primer paso en el proceso hacia la normalización de los vínculos entre ambos países que requerirá resolver problemas y reparar injusticias».
En ese sentido, repitió los reclamos que La Habana mantiene frente a Washington: «El bloqueo [el embargo comercial y económico], que provoca daños humanos y privaciones a las familias cubanas, es cruel, inmoral e ilegal; debe cesar. El territorio que usurpa la base naval de Guantánamo debe ser devuelto a cuba. Otros asuntos deben ser también dirimidos», enumeró.
Castro también se refirió a las relaciones entre su Gobierno y la Iglesia católica cubana, «en un clima edificante, al igual que ocurre con todas las religiones e instituciones presentes en el país, que inculcan valores morales que la nación [cubana] aprecia y cultiva».
«Ejercemos la libertad religiosa como derecho consagrado en nuestra Constitución», subrayó el mandatario.