Una alarma viene sonando en la ciudad mientras la política se hace la distraída. Es la virulencia que proponen a la hora de los reclamos algunos sectores.
En noviembre de 2012 los choferes de la UTA local se manifestaron en la puerta del Concejo Deliberante cortando la calle y avanzando sobre el recinto legislativo con gritos y petardos que terminaron lastimando a un concejal. ¿Cuál era el reclamo? Que se trate (y otorgue) el aumento al boleto de colectivos. Con esa excusa el titular de ese gremio, Ricardo Pera (hoy candidato a concejal por el oficialismo), habló por Radio Mitre Bahía Blanca y se manifestó contra los concejales de este modo: “están locos, van a joder con los que quieran joder pero con nosotros no joden más porque, de lo contrario, todos los bahienses se quedan sin transporte”. Las palabras de Pera sonaron a todo menos a diálogo. Por lo tanto se esperaba un repudio por parte del intendente interino Gustavo Bevilacqua para con sus pares concejales (dado que él siempre insistió que se siente un concejal a cargo de la intendencia). Ocurrió lo contrario. Bevilacqua no sólo no condenó la violencia sino que se mostró algo complaciente con la actitud de Pera y sus compañeros. Hasta el día de hoy, nada se sabe de alguna denuncia o infracción labrada por parte de la Justicia o el Cuerpo Único de Inspectores (CUIM), a cargo en aquel momento del control de tránsito. Difícil que esto último ocurra: mientras la calle permanecía invadida por decenas de colectivos, Gustavo Altuna, titular de ese cuerpo, se encontraba dentro del recinto del Concejo siendo testigo de lo que ocurría y nada más que eso.
El pasado jueves 27 de junio el clima volvió a ponerse tenso dentro del espacio legislativo de la ciudad. Un grupo de taxistas, encabezado por Roberto De Barrenechea, titular del Centro de Propietarios de Taxi, presionaron en forma evidente a varios concejales para que se trate de forma inmediata el aumento de tarifa de ese servicio. Esta presión fue ratificada por la concejal Cristina Molina, peronista ligada hoy al massismo. Con este método, De Barrenechea y sus choferes lograron que el tema se traslade a la sesión del jueves 4 de julio donde finalmente consiguieron su objetivo. Pero ¿cómo lo consiguieron?
Ese jueves 27, cerca de un centenar de taxis cortaron la calle Sarmiento, en las puertas del Concejo Deliberante violando todas las normas de tránsito y convivencia. Dentro del edificio, varios taxistas insultaron de modo muy duro al concejal Manuel Mendoza porque este último proponía un incremento tarifario más escalonado. “Los que ocurrió fue lisa y llanamente un atropello; además me putearon para que guarde y tenga” afirmó Mendoza en radio Mitre Bahía Blanca. Y agregó el dato clave:“¿Quisiera saber cuántas multas hizo la Guardia Urbana municipal a estas personas que cortaron el tránsito en calle Sarmiento? Si venía una ambulancia, no podía pasar porque estos muchachos, en el patoterismo que nos tienen acostumbrados, detuvieron el tránsito”.
El jueves 4 de julio llegó al Concejo Deliberante, y al aumento de la tarifa para taxis se le sumó una ruidosa protesta de los vecinos del barrio Universitario que venían reclamando la prohibición de la construcción de edificios de altura para ese sector. Tal fue la magnitud de la manifestación vecinal que debió levantarse la sesión. “Ingresaron con una matraca gigante y una de esas cornetas para las canchas de fútbol”, comentó un concejal, a lo cual agregó: “nos decían: si atienden a los taxistas también atiéndanos a nosotros”.
Estos avances destemplados y violentos sobre el ámbito legislativo local no pueden pasar desapercibidos, pero al mismo tiempo no sorprenden a nadie. No hubo una sola advertencia sobre los hechos ni una manifestación de repudio desde el gobierno local; en algún punto sucedió lo contrario (manifestación de la UTA). Por lo tanto, ¿qué podía esperarse de los vecinos del barrio Universitario? ¿que fueran a mendigar atención? Claro que no. Los pobladores de esa zona captaron el mensaje: para obtener atención, hay que hacerlo al modo de la UTA y de los taxistas, de lo contrario pasaremos desapercibidos. En este contexto, ¿quién puede decir lo contrario?
Si en Bahía Blanca, el camino de los reclamos ofrece como opción la violencia o alguno de sus subgéneros, sólo puede concluirse que la política ha caído derrotada, eliminando el espacio del diálogo democrático que mal o bien es la mejor herramienta con la que cuentan las sociedades adultas y en vías de desarrollo. Extraño silencio, entonces, el que se evidencia en un poder que dice alinearse con las banderas de la libertad y la memoria; una memoria que advierte que callar frente a la violencia es ser cómplice de sus consecuencias.