A nadie debería sorprender el reciente arribo del intendente Gustavo Bevilacqua a algunas de las oficinas más destacadas de la Casa Rosada. Tal lo anticipado por este medio, (léase último párrafo de editorial “Tiempo de cambios”) en momentos de hacerse cargo de la intendencia, el ahora jefe comunal nunca dejó lugar a dudas: “mi compromiso es con la Nación”, supo afirmar, señalando así cuál es el proyecto político que lo representa. Su buena relación con Julián Domínguez, hoy presidente de la Cámara de Diputados de la Nación tampoco configura ninguna primicia. Por lo tanto, las distintas reuniones que Bevilacqua mantuvo hace algunas horas con distintas autoridades de nivel nacional (incluidos el vicepresidente de la Nación Amado Boudou y el jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina) forman parte del decurso natural del proceso político local.
Lo que parece seguir “evolucionando” en Bahía Blanca son las crisis del agua y del suministro de energía eléctrica. Desde ABSA, a cargo de la provisión de agua, insisten en que a pesar de que esta contiene un fuerte olor a gamexane es apta para consumo humano… aroma que en algunos puntos de la ciudad no se percibe, sencillamente porque la falta de presión torna inútiles a las canillas. EDES, a cargo de la energía eléctrica, presentó al municipio un plan de contingencia. Desde esa empresa, se adujo como excusa que las altas temperaturas iban a seguir produciendo cortes de luz; sin embargo durante el martes el termómetro indicó un notorio descenso del calor pero los cortes volvieron a repetirse en distintos barrios. La culpa es del calor… y a veces no. Ese es el diagnóstico.
Lo que sigue debe ser un cambio de paradigma. Suponer que “patear para adelante” los problemas estructurales de una ciudad o región evita costos en el corto plazo que nadie notará en el futuro, es insistir con un esquema de irresponsabilidad mayúscula por parte de quienes pudieron y pueden modificar la historia. Sencillamente la situación ha llegado a una instancia límite, lo que complejiza aún más la tarea: todo proceso siempre produce fallas pero estas forman parte de lo que se denomina “margen de error”; justamente esto último parece haberse “evaporado” y no a manos del verano.
Para ser justos, debe decirse que el desempeño de ambas empresas no ha pasado desapercibido para el municipio que sabe desde un primer instante que la paciencia social se agotó. El mismo intendente -hace pocos días preocupado por la reiteración de inconvenientes realizó un reclamo formal a las dos prestatarias- sostiene que las mejoras no pasan por solicitarles al vecino y al comerciante que restrinjan el uso de sus aparatos eléctricos, sino que el servicio se preste como corresponde.
Lo grave de un problema es su negación, o pretender resolverlo practicando las mismas estrategias que lo provocaron.